Antonio y El Establo

… bajo toda esa calidez y esas ganas de hablar, Jose intenta camuflar una tristeza y una soledad abrumadoras. Sé que le agrada mi compañía.

Antonio es un tipo singular; una de esas personas con las que desearías cruzarte más a menudo y de las que ojalá el mundo estuviera más poblado: un tipo ‘esencioso’ que rezuma verdad por cada poro de su cuerpo.

Es el alma de El Establo —una asociación cultural dedicada a promover y cuidar la música en vivo—, que lleva junto a Simón en Mejorada del Campo. Este lugar, como ellos, es una clara extensión de la autenticidad que los atraviesa. Un sitio como pocos, con mucha solera, en el que llevan años trabajando y sembrando lo que realmente les importa.

Entrar en El Establo es viajar en el tiempo y en el espacio. Yo, mientras escuchaba a Somos ricos y famosos, absorta por el decorado a mi alrededor, tenía que recordarme por momentos que estaba en un extremo de Madrid y no abducida en un bar de carretera de El Paso.

Antonio, ante mi incredulidad, me cuenta que sólo ha estado en EEUU una vez, hace pocos años, y que su inspiración viene de los western americanos que televisaban una y otra vez en la época de “un tal Franco” y en las novelas de Marcial Lafuente Estefanía, que yo, personalmente, desconocía.

Lleva sombrero porque le gusta:

“No es un disfraz. Otros llevan gorras y encima se ponen la visera al revés, no hay quién los entienda”.

El pañuelo alrededor del cuello y su preciosa larga barba blanca —que en un arrebato me atrevo a acariciar sin permiso—, también son parte de él y no de un personaje.

Es cálido, es amoroso, es campechano: es un buen tipo. No sé como se saben esas cosas, pero se saben. Y, creo, de verdad, que las cosas hechas con cariño y autenticidad son las únicas que, de verdad, tocan algo en nosotros.

Así que no os perdáis este lugar increíble donde sumergiros a escuchar buena música en directo, al solecito —si lo hace—, buen ambiente, cervecita fresca, comida deliciosa a la brasa y toneladas de genuinidad.